-¿Que ibas a decirme?-dijo Hayley.
-Pues una bobada.
-Dímelo, por favor, te lo suplico.
Hayley se puso de rodillas delante de Jay con las manos como si fuera a rezar, Jay la miraba con vergüenza, no quería decírselo, sabía que ella no la quería o por lo menos eso pensaba él. Se equivocaba. Ella le quería y mucho. Al ver que Jay no le dijo lo que le quería decir se puso de pie y comenzó a caminar seguida por Jay hacia el hotel. Cuando llegaron Carly y la madre de Hayley estaban esperando sentadas en los sillones del vestíbulo del hotel.
-¡Mamá!-dijo Hayley-¿Qué haces aquí?
-¿Quien es este?-dijo Miriam.
-Es mi novio, su hijita se ha empeñado en quitármelo.
-¿Es eso cierto?-dijo Miriam.
-No mamá, no le quiero quitar nada a esta pija de tres al cuarto y tampoco quiero tener nada que ver contigo, ahora si me disculpas me iré a dormir.
Hayley se separó de su madre y se fue lo más rápido a su posible. Jay observó como se iba mientras Carly tiraba de él hacia su habitación.
-Carly ¿A que vino eso?
-Pues fui a la habitación de la guarrilla esa y al ver que no estaba le pregunté a su vecina de al lado que resultó ser su madre y bueno, pues ya ves le dije la verdad sobre donde estaba su hija y mi novio, ¿Te has vuelto loco?
-Pues fui a la habitación de la guarrilla esa y al ver que no estaba le pregunté a su vecina de al lado que resultó ser su madre y bueno, pues ya ves le dije la verdad sobre donde estaba su hija y mi novio, ¿Te has vuelto loco?
-No ¿Por qué lo dices?
-Porque llegamos anoche y no quisiste salir ni nada y hoy que podíamos haber salido le dedicas tu primera noche fuera en Hawaii a esa asquerosa.
-¿Y eso te enfada? Quizás soy yo el que tiene que enfadarse porque tú andes zorreando con todos los tíos que se te cruzan en tu camino, quizás debería ser yo el que estuviera enfadado porque esa chica no se merecía que llamaras a su madre ni nada.
-Si tan guarra soy y ella es tan angelito vete con ella, coge tus cosas y búscate otro sitio para dormir, que sepas que el hotel está a tope y no hay habitaciones libres. La habitación de tu amiguita es la 300.
-Vale, nos veremos cuando hayas madurado un poquito.
Jay recogió sus cosas y las metió en su maleta. Salió de la habitación y se dirigió al ascensor, subió al piso donde se encontraba la habitación de Hayley y llamó a la puerta. Consiguió sacarla de la cama y fue a abrirle.
-¿Jay? ¿Qué haces aquí?
-Carly me ha echado, ¿Tienes sofá?
-Sí, claro pasa pero mañana cuando venga mi madre a despertarme cuando llame a la puerta coges tus cosas y te escondes ¿Vale?
-Vale, gracias por dejar que me quede.-dejó caer sus cosas y abrazó a Hayley.
-Vale... Pasa.
Hayley ayudó a Jay a meter sus cosas en la habitación y le preparó un poco el sofá para que fuera un poco más decente aquel sofá.
-Bueno, esto es lo mejor que he podido hacer.-dijo Hayley encogiéndose de hombros.
-No está tan mal, te lo repito, mil gracias por acogerme en tu habitación.
-Quien nos oiga va a pensar que estamos liados.-dijo Hayley riendo.
-Sí, bueno, pues yo voy al baño a ponerme el pijama y a dormir que estoy cansadísimo.
-Vale.
Jay cogió su pijama y entró en el baño, Hayley se metió en la cama aún un poco flipando por el hecho de que el chico con el que quería estar estuviera poniéndose el pijama en su cuarto de baño, pensar que dormirían en la misma habitación hacía que se sonrojara mucho, como una niña pequeña. Como si fuera el día de Navidad por la mañana cuando hay que ir a coger los regalos. Jay salió del baño y se tumbó en el sofá, Hayley apagó la luz y ambos comenzaron a fingir que dormían dado que ninguno de ellos podían conciliar el sueño teniendo al otro a cinco pasos de distancia. Al final, al cabo de tres horas Hayley cayó presa del sueño y se durmió, Jay no tuvo la misma suerte quizás porque a él le gustaba más Hayley que a Hayley él o porque no estaba tan cansado como ella y el hecho de estar durmiendo en un sofá no ayudaba demasiado. Ambos se despertaron a las 10 de la mañana con el sonido del teléfono de Hayley, su amiga Amy la llamaba y teniendo en cuenta de que Hayley tenía una canción bastante sonora de tono de llamada no pudo evitar despertar a Jay. Una vez terminó de hablar se juntó con Jay.
-Dúchate y cuando termines te piras y espero a que llame mi madre para ver que pasé bien la noche y toda esa mierda.
-Claro.
Jay se fue al baño y mientras se duchaba Hayley recogía la habitación para que pareciera que no había dormido nadie allí más que ella aquella noche. Cuando Jay terminó salió del baño ya vestido y salió de la habitación rápidamente y bajó a desayunar. Hayley se quedó en la habitación esperando a que su madre la molestara como era de costumbre. Pero no lo hizo, no llamó a su puerta como siempre, simplemente le envió un mensaje en el que le decía que se iba a ir todo el día y que hasta medianoche no volvería. Resultaba sospechoso para Hayley, podía estar diciéndole la verdad pero también podía ser una prueba para ver si iba con Jay aunque le daba igual que a su madre no le gustara, simplemente era un chico que había conocido y que desgraciadamente no era más que un amigo, solo eso y no tenía nada de malo tener amistad con un chico. Además de que cuando se fueran probablemente nunca le volvería a ver y solo sería una anécdota más que contarle a sus nietas y a sus hijas. Si es que llegaba a tenerlas, porque sus planes de vida no eran de formar familia y mucho menos de llegar a tener nietos, Hayley era de esas personas que no quieren vivir demasiado como todos, sus planes eran vivir la vida. Vive rápido muere joven, ese era su lema. No merece la pena morir viejo si no has vivido, pero la opinión de Hayley acabaría cambiando algún día. Quizás no en los próximos meses ni años pero llegó un momento en el que se dio cuenta de que era mejor vivir mucho y tener una familia y ser feliz con ellos. Para llegar a esa conclusión de que es mejor morir de viejo tuvo que recibir la lección de una manera horrible.
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